miércoles, 22 de septiembre de 2010

Conversación de Pingüinos

Hola, cómo estás amor?
bien... bueno he tenido un sueño algo raro...
No, anoche no salí.
¡En el sueño me despertaba y me veía a mí misma! Qué no salí hombre... no, tampoco bebí pero...
¿me dejas que hable?
El caso es que me desperté, me miré y estaba durmiendo.
Sí, era yo. Que sí. ¿Cómo no voy a estar segura?
No.
Claro que no.
... Sola.
... que sí... ¡Qué estaba sola!... bufff.
¿Me dejas que te lo expli.... a ver, ¡¡qué estaba sola!! ¿es que no me escuchas?
Te lo cuento o qué.
Vale... bueno, cuando intenté levatarme de la cama una mano me agarró del brazo
¡Joder! que estaba sola... ¿Crees que no lo voy a saber?
miré hacia atras y era yo.
Te estoy diciendo que es un sueño...
No, no me asusté, me pareció un poco raro. Y ya está.
Te decía que intentaba levantarme cuando yo misma tumbada cogí mi brazo e hice fuerza para impedir que me moviera. Forcejeé con ella hasta que conseguí salir y corrí...
Sí, ella se quedó en la cama, inerte.
Salí a la calle y era de noche. Fui al bar de enfrente y me pedí un whisky doble... ya sé que yo no bebo whisky, pero en ese momento era lo que más pegaba.
Miré a al camarero y era un pingüino. Me dijo: Señorita, gustaba usted de un... no, no me lo estoy inventado. Déjame que siga.
Mi invitó a bailar y las luces eran tenues... me pareció tan dulce y atractivo... cuando me abrazó con sus húmedas aletas caí en la cuenta de que ¡estaba desnuda! corrí a casa y en la puerta me estaba esperando yo con una bata de guatiné en las manos. Me abracé por pensar en mí y me la puse. Ya en casa, me invité a un té.
Sí, sé que suena extraño. Así son los sueños.
Cuando me desperté estaba sin ropa. Tan solo pude ver una bata en el suelo. Supongo que esta noche he dormido acompañada, estaba yo y a mi lado, también.
¿Qué?
¿Dices que te he engañado?...per...o... ¡ha sido un sueño!... ¿Yo?
¡Cerdo tú!
Pues ahora que lo dices, sí... me lo he pasado muy bien con el pingüi... sí claro, lo deseaba profundamente. Creo que esta noche iré a verle.
Tú si que hueles a pescado. ¡Memo!
Mira, no me vuelvas a llamar...! ¿Qué?... claro que no te pienso llamar... eres un capullo.
Adiós!
Adiós! Te he dicho que adiós!
....
....
.... Esa noche viajó a la Antártida, y bailó descalza con un pingüino elegante y muy bien vestido.
¡Qué me quiten lo bailao!... pensó mientras su cuerpo se transformaba en una bella estatua de hielo.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Mañana, siempre mañana.

Voy a encender la teletonta a ver si me venden un idiotizador para el pelo.
Voy a devorar un helado de salsa rosa, voy a embadurnarme todo el cuerpo de su pringue.
Voy saltar al árbol del jardín y me pegaré a él hasta convertirme en corteza dura.
Voy a navegar en un GPS hacia una ruta indefinida.
Voy a ser todos los personajes de las películas que he dirigido y al despertar tendré mil pieles diferentes.
Mañana no haré lo que tenía que hacer. Sólo un trozo de la pizza que había pedido. El resto me lo comeré improvisando y escribiré sin sentido hasta desfallecer.
Voy a escuchar esa canción hasta la saciedad. Hasta caer rendida de cansancio. Cuando mi oído izquierdo ya no sienta el eco del mar, cuando ya no resuene el ruido de mis pensamientos. Cuando olvide que las palabras que digo vuelven a sonar en mi cabeza, entonces se habrá curado. Ya no supurará peces y conchas del Mediterraneo.
Voy a romper la rutina del desastre. Seré de la manera que siempre prometo ser. Mañana, cuando me levante. Mañana cuando amanezca. Mañana...

jueves, 16 de septiembre de 2010

EL SUSURRO DE LA CARACOLA


Érase que se era una niña a galope sobre el viento. Su pelo se enroscaba entre los tirabuzones del aire y dejaba caer su cabeza hacia atrás para sentir el frío arañándole la cara.
Ella se escapaba de su aula. Mientras la profesora señalaba los ríos y la clase los cantaba de memoria, Susurro (ese era su nombre) desaparecía.
Entraba en el tunel de los deseos, un hueco que ella había descubierto en el ropero de los abrigos. Era un agujero alargado y luminoso. Estaba rodeado de madreselva y jazmines. Enredaderas de parra se agarraban al bajo techo, y entre tanta hierva, unas lucecitas iluminaban todo el camino. Eran luciérnagas que se movían y chocaban. Al final, el conjunto daba la impresión de ser un camino hacia el universo. Un bosque de estrellas y hojas.
La niña entraba arrastrandose y cuando estaba dentro sus pies se llenaban de luz y volaba despacio, era como posarse sobre una nube de sol.
Al final del tunel encontraba tan sólo el cielo y las corrientes de aire que la arrastraban de un lugar a otro. Podía hacer piruetas, saltar de una corriente caliente a una fría, trepar por un hilo de gotas de lluvia. Era feliz allá arriba, aunque sabía que no podía estar mucho tiempo. La clase se acababa y tenía que regresar para decirle adiós a la maestra.

Susurro salía del cole con los mofletes sonrosados y el cabello revuelto. Luego esperaba en la puerta a que su madre llegase. Ésta sabía lo que decían de la niña en la escuela. Le hablaban de sus rarezas y la profunda dispersión que sufría. El gabinete psicopedagógico le había diagnosticado autismo. Susurro se aislaba, desaparecía y nadie era capaz de llegar a ella, a su mundo, a la cueva en la que se sumergía.
Susurro no podía soportar los días en los que acudía a un despacho donde una señora con forzado tono dulce la obligaba a hacer dibujos y después le preguntaba sobre ellos. Siempre dibujaba lo mismo. Una espiral con forma de caballo alado. La mujer siempre le decía que esa mancha era su confusión y el deseo de salir de sí misma. La niña detestaba sus palabras, no las entendía. Sentía como si le arrancasen las imagenes que ella tenía en la cabeza. Por eso quiso cambiar.

Susurro fingió ser como todos los demás, sin embargo nunca abandonó su tunel pero se vió forzada a esconderlo y a esconderse. Así su profesora estaba contenta. Su madre ya no la llevaba a la señora odiosa. Para sobrevivir tuvo que dejar de acudir todos los días a su paraíso. Pero siguió cabalgando en el aire.
Susurro no hablaba de su secreto, tan solo se lo contó a aquellas personas que lo descubrían, y en voz bajita se reía contando sus bonitas aventuras.

Fue una suerte poder subirme a aquella ola de viento. Guardo sus palabras en una caracola debajo de mi almohada. Su susurro en la noche me lleva a sumergirme en sueños con luciérnagas y universos salvajes. Con corrientes de aire que me llevan y me traen.
Me despierto y tengo el pelo enmarañado y enloquecido.
Así sé que he viajado muy lejos.

Lejísimos.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Esta noche me caigo dentro de mí.
Esta noche me deslizo hacia mi fondo abisal en busca de una respuesta a mi eterna duda.
Hago y deshago.
Ojalá pudiera entender los vaivenes de mis caras confusas,
cómo hacer un mapa de un mundo sin ciudades y límites
Quiero no sé qué.
Quiero saber que quiero
mientras me deshago en el deseo del deseo
Hoy me duele la soledad y el silencio de la montaña
me apena dejar de dudar y sentir que expira mi pasaporte del otro universo.
Que me acune quien me entienda,
yo no puedo conmigo. No esta noche.
Hace media hora he aterrizado por fin en mi vida.
Recién he puesto los pies en el deber ser,
ahora quiero destrozar mi nave de anhelos confusos

Me pregunto si mañana al mirarme al espejo
romperé mis ojos ateos
pintaré mi boca con sellos de silencio para el futuro
cambiaré mi cama a otro rincón o morirá entre el polvo
quizás la sed me seque las gotas de sudor y las lágrimas trasnochadas.

No sé ser de otra manera. Loba en la cueva solitaria.
Animal de sueños irreconciliables. Portadora de ilusiones de papel.
Dueña de posibilidades truncadas.
Escritora escondida de miradas y palabras.
Lo siento tanto...

Esta noche me duele tanto...

Espero la luz de la mañana,
la claridad que me regrese a lo que quise ser
Otras horas y otros tiempos que erradiquen de mi esas letras que me persiguen,
error.
Faltas de ortografía en mi hacer. En mi ser.
Que alguien me explique. Que me digan qué quiero y qué soy.
Que sea todo más sencillo y yo más simple.
Que me digan que el mundo ha dejado de existir.
Que me saquen de paseo de la mano y me compren un helado.
Que cuando me despierte mañana el mundo sea como ayer.

Encuéntrenme los que me entiendan y expliquénme.
Hagan que me entienda un poquito.
Sólo para mirarme al espejo y saber quién soy.