Hay entre todos los rincones del mundo olvidos amontonados.
Exiten en las aceras de mis calles saltos con los que yo sólo puedo tropezar.
Si alzo las alas puedo alcanzar grandes alturas pero, al mirar abajo, choco contra el techo de la realidad.
Mis pasos atolondrados me llevan a oasis inexplorados, pero también me golpean brutalmente en la cara. Siento el dolor profundo del gafe acompañándome como una nube invisible. Aunque, misteriosamente puedo ver la luz brillante del sol sobre ella. Todo pasa rápido, y en ocasiones es maravilloso encontrarme con las sorpresas que se encuentran al otro lado. Lugares donde nunca debería haber llegado, pues si todo hubiera salido bien cruzar esa puerta hubiera sido inimaginable.
¿Qué pasa con lo que tendría que haber sucedido? ¿Qué ha pasado con todas esas situaciones esperadas y traicionadas por la nube negra que me persigue?
Me imagino como una pescadora de posibilidades fracasadas, en una pecera veo los acontecimientos bucear y nadar. Con los ojos abiertos los miro y sueño que un día pasaron.
Puedo mirar por la ventana, hacia arriba y reconocerme en mi eterna suerte, desafortunada, quizás. Pero llena de aconteciemientos que jamás iban a suceder. Historias del libro de aventuras que por la mañana escribí para mí. Y que por la noche cambié. Cada día, golpe tras golpe. Caída tras caída. Error tras error. Reescribo mi relato, que cuando acaba el día nunca es como fue pronosticado.
Mañana ya no será lo que hoy estaba siendo....