lunes, 21 de noviembre de 2011

UN RINCÓN DE ESPERANZA

Para empezar, escuchar este video...
http://www.youtube.com/watch?v=NNrJsFtux7A
La pequeña Julieta se levantó con un dolor muy profundo en el cuerpo, y como no sabía qué era, fue al espejo del baño y se miró en lo profundo de sus ojos. Cuál fue su sorpresa, cuando abajo, muy abajo, allí donde nadie mira, encontró un alfiler. Estaba clavadito en una esquina de su corazón y no sabía como había llegado hasta allí.
Quiso meter la mano y extraerlo, pero no pudo. Cada vez que respiraba profundamente le daba un gran pinchazo y del dolor le caían lágrimas que arrastraban sonrisas posibles de su rostro.
Aquella extraña situación la incomodaba, pensaba que para abordarla sería necesario consultar con algún experto cardiólogo.
Mientras tanto, decidió respirar flojo, suave y sin ganas. Y así pasó los ratos, arrastrando los pies y metiendo la mitad del aire en sus pulmones. Es verdad que así el dolor era menor, pero su vida también parecía serlo. Había dejado las carreras en el parque por el libro en el sofá. Siendo tan diminuta como era, aún lo parecía más acurrucada y reducida en el sillón de su casa.
Su padre la llevó al mejor especialista en temas del corazón, la metieron en quirófano y trataron de extraer el alfiler, pero al tirar de él, instantaneamente salió otro. El doctor denominó esta extraña enfermedad el Síndrome del Hongo Carente de Amor.
Julieta no sabía por qué se le había clavado ese alfiler como una estaca. Tampoco entendía ese nombre que le habían dado a su extraña enfermedad.
Aunque de a poco fue recordando algunas y otras cosas.
Por ejemplo, un día se metió en su cama enfadada porque se vió tan fea que quiso dimitir de sí misma y ser otra. Otra vez perdió un sueño, que se le debió caer en el camino de la escuela a casa y se entristeció tanto, que pensó que nunca más volvería a tener uno, así no los perdería.
Julieta tenía mucho carácter, y cuando su madre le pedía que hiciese sus deberes, ella se enfadaba porque no soportaba que le ordenasen, ya sabía lo que tenía que hacer. También se acordó del día en el que el muchacho de la última fila de su clase le envío un papelito en el que le decía: NO.
Por eso y por otras muchas cosas, Julieta, se despertó aquel día con el Hongo Carente de Amor en el corazón. Y no había manera de sacarlo.
De nuevo en casa y frente al espejo, se miró y rompió a llorar.
Sus lágrimas la empapaban, no podía parar, los sollozos eran cada vez mayores y pronto vió salir de sus ojos las emociones dentro de jaulas y las cogió entre las manos. Temblorosa y asustada, decidió abrir las puertas de sus cárceles. Allí encontró los jardines de invierno vacíos y fríos, atrapados en las garras de unos monstruos con arrugas y bocas llenas de colmillos sucios y rotos. La hirieron, la arañaron y luego se fueron llévandose el Hongo Carente de Amor y dejando en su piel unas cicatrices que le sirvieron para recordar lo que un día un alfiler quiso esconder.
Julieta siguió llorando. Sin embargo, también reía, soñaba y fracasaba, pero con ilusión. Con mucha ilusión.
Espero que os guste y lo disfrutéis, ¡es para vosotras!

2 comentarios:

  1. ¡Qué buen despertar he tenido hoy al leer tu cuento y escchar los enlaces Maca: graciasss!"hoy vas a descubrir que'l mundo es para tí..., vas a conseguir reirte hasta de tí...". Hoy me quedo con eso. Fuerza a todas... amaneciendo ya :-)
    Carmen

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  2. Qué bonito!! La niña era preciosa y su padre y e cardiólogo también jeje, me los he imaginado tan monos...Gracias Mac!!

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